En muchas de las
crónicas que he ido publicando en el blog, cuando las he redactado, he tenido
siempre reproduciéndose de fondo una banda sonora, la misma que hacía que
me dejase llevar al son de sus acordes.
Para los que vivimos
la Semana Santa y el mundo cofrade en general, sabrán de lo que estoy
hablando: las marchas procesionales.
Y es que en esta
ocasión, ella es la principal protagonista de esta crónica y en especial, los
miembros de la Agrupación Musical Nuestra Señora del Rosario de Alcalá de
Henares.
Hoy os contaré la
experiencia que viví con ellos el pasado 22 de mayo. Para ello, me
dejo guiar por el gran maestro Paco Lola y su ''Caridad del Guadalquivir''.
Pero empecemos
por el principio...
Unos días después de
realizarle la entrevista a Alain Sanjuan (director de la agrupación), se puso
en contacto conmigo invitándome a acompañarles a la localidad madrileña de
Pinto, donde tocarían ese mismo domingo.
No me lo pensé,
rápidamente dije que sí.
En muchas ocasiones he
sentido curiosidad por ver cómo es una agrupación musical por dentro, qué es lo
que les incitó a cada uno a formar parte de ellas, qué sienten cuando
están tocando…
Una vez llegado el
domingo, comenzaban los nervios. Lucir la camisa de la agrupación era
para mí un orgullo y más si cabe, acompañarles en este día.
De camino
a Alcalá, la banda sonora no podía ser otra que las marchas
procesionales, aquellas que me rememoraban una Semana
Santa pasada por agua, que deslucía y echaba por tierra el trabajo de
un año, pero también a esas calles llenas de incienso, iluminadas por
los cirios de los nazarenos, el racheo de unas zapatillas y la voz
del capataz que rompía el silencio más absoluto.
Llegamos al
recinto ferial de Alcalá, lugar donde se congregan los componentes para coger
el autocar que les llevará a su próximo destino. Son momentos de reencuentros con cofrades
de otras hermandades, presentaciones, preparar los instrumentos,
etc.
Ya en el autocar de
camino a Pinto, fui testigo de que esta agrupación es como una pequeña gran
familia, que te recibe con los brazos abiertos y te hace sentir como uno más de
ellos.
Recién llegados a nuestro
destino, es momento de dar las últimas indicaciones, colocarse en su sitio y
empezar a tocar.
Marchas
como ''Salud de San Bernardo'' y ''Esperanza de
Triana'' abrieron camino en el paseíllo o pasacalles que les lleva
hacia la iglesia parroquial.
Minutos antes de las
siete y media de la tarde, se comprobó que todo estaba correcto para empezar a
tocar.
Puntual, la imagen
del Santísimo Cristo del Calvario salía por la puerta de la iglesia
bajo los últimos rayos de sol, acompañado de su pueblo y del Himno Nacional que
sonaba en ese momento, para continuar con ''Sabed que vendrá'' y
dar así comienzo la procesión que le llevaría
hasta su capilla.
A lo largo de las tres
horas de recorrido, la agrupación interpretó marchas como "Estrella
Redentora'', ''Cristo de la Salud y Buen Viaje'', ''Azucena de Sevilla'',
''Jesús Despojado'' o ''La Saeta'' entre otras.
Ya entrada la noche,
se producía uno de los momentos para mí más emotivos: el Cristo
bajaba de sus andas para ser llevado a hombros de los cargadores por
un pequeño túnel que le conduciría hasta su capilla, donde recibe el cariño de
los suyos durante todo el año.
De fondo, el sonido de
las cajas y la luz de las velas llevadas por los devotos me transportaban
a la vieja Castilla. Esa Castilla sobria, de estrechas y oscuras
calles, por las que camina Cristo cada semana de Pasión.
Señoras, señores, ese
día fui testigo del trabajo, esfuerzo y sacrificio que conlleva ser
miembro de una agrupación musical y el empeño que pone cada uno de ellos a
la hora de ensayar, preparar el repertorio y cuidar los instrumentos.
Desde aquí, os doy las
gracias a todos los que ese día me recibisteis con los brazos abiertos y me
hicisteis sentir uno más de vosotros.
Gracias, porque por
fin puedo comprender lo que para vosotros es vuestra seña de identidad: Sentirse Rosario.
Comentarios
Publicar un comentario